Un cuento para mamás e hijos
Viajaba yo en un tren en el vagón de los fumadores y venía absorto observando cómo en el sillón de enfrente una señora jugaba con su hijo de más o menos dos años de edad. Ella estaba casi recostada en el cómodo sillón del tren y su hijo yacía encima de ella. Sus rostros se hallaban frente a frente y mantenían un juego secreto que a los dos hacía reír con ganas: se platicaban, se hacían gestos, se hacían cosquillas, se escondían y yo descaradamente los veía porque su juego también a mí me acariciaba. De repente escuché una voz que me sacó del trance también en que venía. Le está tejiendo su "Libemor" dijo la voz. Me di la vuelta para ver quién me había hablado y me encontré con una muchacha bonita (después supe que era un hada). Sí, me dijo -¿No puedes verla? -No, le respondí atónito- ¿Cómo dijiste? -Dije que al niño le están tejiendo su "Libemor" Y después de una breve pausa, añadió, -Ya casi está terminada- Yo intrigado pregunté. Explícame, ¿qué es eso de "Libemor"? El hada, que ya sabía que yo se lo iba a preguntar, estaba lista para revelarme un gran secreto. Y comenzó así:
El Mago Supremo le dio a la humanidad un don maravilloso... le entregó las agujas "Alfaga" que son las agujas mágicas con las que se teje la "Libemor".
¡La Libemor! -continuó el hada- es la capa mágica que cada madre teje a sus hijos y con la cual les confiere un enorme poder. El poder de amar. Cada vez que una madre acaricia a su hijo, le habla, lo atiende, lo alimenta o juega con él, vuelan las agujas "alfaga" y dan una puntada; y si el empeño no ceja o la tarea no se interrumpe, más o menos a los dos años, la libemor cubre ya por completo al niño. Como la capa es invisible nadie se explica porqué el niño de repente se siente tan confiado, tan seguro de sí mismo, ni porqué de buenas a primeras ya no le importa separarse de su mamá. Obviamente -dijo el hada con suficiencia- es el enorme poder de su "libemor" lo que les permite actuar de esta manera; aunque no siempre es así añadió el Hada con tristeza. ¿Porqué? le pregunté.-
-Para tejer la "Libemor" de sus hijos las madres tienen que amarlos y atenderlos con ternura y solicitud y la tarea no debe interrumpirse hasta que la capa esté terminada. Para que la "Libemor" te cubra toda la vida debe tener un número exacto de puntadas, no debe quedar ni chica ni grande. Cuando se atiende solamente al niño para que sobreviva... Sin alegría ni esperanza, las "alfaga" darán muy pocas puntadas y la capa quedará muy cortita, el niño no se sentirá protegido, no tendrá suficiente confianza en sí mismo. Y si su madre lo sobreprotege porque le tiene miedo a la soledad o porque ella misma necesita amor, entonces las agujas "alfaga" darán demasiadas puntadas, la "Libemor" quedará demasiado grande y se le enredará entre las piernas al niño y el niño no podrá caminar solo.
¿Y qué pasaría si a un niño no se le teje la "Libemor" pregunté al hada preocupado. Esos niños corren el riesgo de morir, no contarán con la energía vital que les dará la fuerza de sobrevivir.
¿A qué edad se debe tejer la "Libemor"? Es deseable que se teje en los primero dos años de vida del niño, ya que en esa edad es más receptivo, sin embargo nunca es demasiado tarde, si una madre se da cuenta que la libemor de su hijo es muy pequeña, entonces puede recomenzar a tejerla y si es demasiado grande también puede destejer hasta hacerla a la medida.
El hada continuó diciendo muy emocionada: Con amor todos los errores se pueden reparar, no hay madre que quiera dañar a sus hijos a propósito, cada día da lo mejor que tiene y si tuviera más, también lo daría, más bien hay madres que no han sabido cómo amar a sus hijos, tal vez porque a ellas tampoco las amaron. Estas madres, continuó diciendo el hada, tendrían primero que aprender a amarse a ellas mismas, a tejerse ellas mismas su "libemor". Cuando ellas se acepten, se quieran y se respeten, entonces tendrán la energía vital para tejer una "Libemor" a la medida de sus hijos.